martes, 25 de enero de 2011

Reconstrucción



- Mr. Hemingway, what is the best early training for a writer?
- An unhappy childhood.


En una caja de zapatos cabrían todas mis memorias. Aquellas aplanadas como hojas de árbol seco y casi transparente. Memorias que se hicieron delgadas y finas como pequeñas navajas, de esas que pican y duelen con su fina punta. Mis memorias también son redondas como puercoespines de colores, con sus espinas minúsculas e incontables protegiendo su interior como si fuera una perla, venida desde el mar, y evuelta en algas lechosas. Mis memorias se guardan en la caja, se incuban, se enfrían, se calientan, se entibian y quizás un buen día de luna salen a la superficie a respirar. Mis memorias son tríangulos, son vértices, son flechas, son dardos que acaricio con plumas de cuervo, negras y firmes, para que no se escapen en un tronido de escopeta. A mis memorias las asusta el ruido, la violencia, la oscuridad, salen corriendo al primer aviso de guerra y me dejan envuelta en una nube confusa. A mis memorias yo las necesito para volver a la madriguera del principio, al ombligo del primer grito incomprendido, al primer deseo de destrucción con su primera culpa. A mis memorias yo las necesito para pegar hojas verdes a mis sueños, para oler a tierra húmeda en el vientre de mi origen, necesito entrar a esa caja y recorrer todas sus esquinas con callejones desiertos y farolas tintineantes. Necesito la oscuridad de sus ruinas para reconstruir la historia, y el principio.



jueves, 20 de enero de 2011

Tú no me has dado nombre de pájaro




Tú no me has dado nombre de pájaro, quizás nunca me viste volando.
Más bien tocaste mi cuerpo y sentiste la tierra en mis piernas.
Entre tus dedos se coló mi locura, pero la advertiste terrestre y
volteaste hacia el cielo en busca de tu garza mora inexistente.
Tú no me diste nombre de pájaro y entre nosotros batió sus alas la distancia.
Entre una naturaleza y otra nos volvimos polvo, fragmentos de nosotros mismos
que intentamos soplar al mismo lado, pero polvo al fin, y muerte en la tierra.
Tú no me diste nombre de pájaro, pero mientras dormías mis plumas
se mojaban en la luna dejando ser en el silencio aquella que en un amanecer es ave.
Tú no me diste nombre de pájaro.
Tú no supiste mi nombre, nunca.

jueves, 13 de enero de 2011

Estamos de fiesta




"... there’s a kind of faith, I guess, that you have to have either in
yourself or in the process that something good will come from filling blank pages."
(Jonathan Safran Foer)

Ya me enfrenté una vez a querer escribir una novela. Esa vez el principio salió de mis manos como si los personajes hubieran estado esperando a nacer. Me acuerdo de Narval Ocenis, un viejo loco que me recordaba a mi abuelo, todo comenzaba con su muerte y un funeral. Su nieta era Muselina, la protagonista, la funámbula. Tres capítulos y de pronto, me quedé en blanco, las voces de estos seres que habían comenzado a existir de pronto se callaron. Como en ese momento escribía para la clase de Novela de la SOGEM, tuve que reunir 80 cuartillas para terminar el curso, y lo hice, pero siempre sentí que sólo los tres primeros capítulos pertenecían a la historia que yo quería contar. Ahí se quedaron, y Muselina aun pende de la cuerda. Quizás algún día la termine.
Ahora me aventuro en otra historia, una que comienza con un barco y el exilio. El personaje principal se llama Romina. Su voz es apenas un hilo suave que me esfuerzo en escuchar. Me viene esa angustia de no atender aquello que está por existir: un nacimiento que está subordinado a mí y a mis ganas de que no me gane el miedo.
Hoy escribí los dos primeros párrafos de la novela. Y siento que yo y todos mis personajes estamos de fiesta.

domingo, 9 de enero de 2011

Domingo


(Foto de Facundo Torrieri)


contra la claridad, está latiendo/ el ansia de soñar que no nacimos/ el afán de tardarnos en vivir (Pedro Salinas)


En esta noche de domingo, la calle se silencia, calla. En esta transición hacia lo oscuro, el viento ha aumentado en su sacudir monótono y estable. Debajo de la farola alguien pasa, camina mirándose los pies como si en ellos encontrara el ritmo de su vida- hay una certeza hiriente que se sabe expuesta, el inequívoco peligro de volverse polvo- como si en no detenerse nunca, pudiera retrasarse la existencia. Hay en el aire un silencio sordo, que aparece sólo los domingos, la ciudad calla, y el tránsito de pensamientos también. Pero, dentro, el corazón despierta y se sabe lava y se mueve como el fuego que comenzó siendo una chispa, y entonces se calienta el cuerpo, y un nudo de duda se atora en la voz, como si no se conociera la emoción desbordada, como si se sorprendiera, si quiera, de sentir. ¿Es esto la vida? se pregunta y se desplaza a la ventana, debajo de la farola alguien pasa y camina mirándose los pies.

miércoles, 5 de enero de 2011

Pierrot, mon fou.




Pierrot sale de la cama a las seis treinta. Pierrot es un hombre de rituales. Sé que calienta el agua a cierta temperatura y que tiene un modo sabio de conocer las burbujas antes de comenzar su ebullición; puede encontrarse fuera de la cocina y sólo escuchándola, saber cuándo está en su punto, entonces Pierrot regresa, apaga el fuego y vierte el agua en el mismo termo que conserva hace un par de años. Pierrot bebe un té tras otro y no desayuna, así se acostumbró su cuerpo. A Pierrot le gusta que yo no esté levantada para poder estar a solas escuchando en volumen bajo la radio de algún pueblo lejano con sonidos de acordeón. A las siete y media no se oye ningún ruido, todo es silencio y calma, sólo allá lejano se escucha que viene bajando un hilito de agua que va creciendo grande, hasta volverse un río caudaloso, y es que lo sé, es Pierrot riéndose solo.

martes, 4 de enero de 2011

"Voyereando"


(Foto de Facundo Torrieri)

I wouldn´t want to live with a novelist. Writers are highly voyeuristic and indiscreet. (Philip Roth)


Se me quitará, quizás, la manía de buscar en las espaldas de los otros las historias que entreveo en sus esqueletos serpentinos. Espaldas con columnas desviadas, dolores desviados, sin estructura. Se me quitará la manía de escudriñar ojos ajenos buscando su historia más triste, aquella que guardan en el cajón más secreto del ropero. Se me quitará la manía de sentarme a la mesa, como un personaje invisible, a mirar pasar la vida cotidiana de los otros, buscando, quizás, que no sea mi plato el que se rompe, que no sea su puño el que reviente; que a través de suspiros rotos y memorias doloridas, cruce una llama de mesa a mesa a recordarme que, en esencia, estamos hechos de lo mismo.

Simone Alalúz.

lunes, 3 de enero de 2011

Tempo

The great wisdom for writers, perhaps for everybody, is to come to understand to be at one with their own tempo. (Alan Hollinghurst)

Según Wikipedia: tempo (en plural, tempi), movimiento o aire es la velocidad con que debe ejecutarse una pieza de música.

Encontrar el tempo, la rítmica propia de la respiración. La cadencia para ordenar el sueño, el contrapunto para meter la locura en un puré de papa. El ritmo propio para zapatear sobre el techo del vecino, para llorar ahogando en la almohada un dolor de muelas; el silencio para mirar el techo y pensar en la muerte o el año que empieza, el ritmo propio para no hacer nada, para simplemente estar, sin resistencias.

Encontrar el tempo, y volverse uno con él, bailando.

domingo, 2 de enero de 2011

Once copos

Dicen que es imposible recordarlo, pero yo lo recuerdo todo.
Recuerdo lo negro, la oscuridad, el desprendimiento y el frío.
Recuerdo la ventana y los copos blancos cayendo, primero suavemente,
después, con más furia y violencia.
Era un día de enero,
era una tormenta de nieve.
Balanceándome en esa gravitación de agua congelada, nací, en una ciudad llamada Salt Lake City, ciudad del gran lago salado. Un lago de sal, un nacimiento no esperado en un lugar lejano, casi un destierro.
Digo mi nacimiento porque creo que el lugar y sus condiciones, marcan indefectiblemente la vida de las personas, el curso que la tinta seguirá en el papel. Y digo mi lugar de nacimiento como daría vida a un personaje, eligiendo su origen y destino para que los que encuentren interesante leer estos pasajes, tengan la referencia blanca y violenta de mi origen.
No sé qué escribir, ni por qué a alguien le tendría que interesar leerme. Simplemente escribo, como muchos han dicho, por el simple hecho de que no puedo no hacerlo. Porque desde mi rareza de sal, crecí como la isla de un país, cuyo barco a tierra eran el drama y la poesía.
Eso, no más. Simplemente creo que cada uno tiene una naturaleza; la mía es quizás un silencio cabreado y el exilio. Yo le echo la culpa a la nieve, y a esa tormenta de media noche que eclipso mi grito primero.
Pero ese fue sólo el principio...