miércoles, 25 de enero de 2012

El pez que fui



Tarde infinita y el cielo su reflejo

deseo de aflojar la impermanencia

quitarme escamas de los brazos como el pez que fui alguna vez.

Día tras día que viví y no recuerdo, pero intuyo.

Intuyo el agua, y la caída del agua montaña abajo sobre el río.

El café gotea y cae sobre la mesa,

segundo a segundo se vacía el día,

profundiza un agujero en el reloj de pared viejo.

Estoy aquí.

Mañana no estaré.

Quizás en otra vida no recuerde pero intuya cuando me encuentre

un olor parecido, un piso de cuadros, esta mesa de madera.

Quizás un día recuerde que era mujer y que dormía con la luna,

que el tiempo fue corto

que bebí suficiente.

La tarde es infinita.

martes, 24 de enero de 2012

31 veces


La penitencia sobreviene en oleadas,

Lacerante, intermitente en el medio del pecho,

Siempre.

He cuidado tu recuerdo casi como a un vivo

Casi como a un santo.

Caído.

¿Cómo puede ser que llenes un espacio con tu ausencia?

Es un lento dominio el de tu reino.

¿Cómo puedo hacer para matarte?

He fallado treinta y un veces,

Y sigue apareciendo tu antena dolorosa,

palpitante.

¿Cómo puedo hacer para matarte?

Si no te conozco

Si nunca te vi realmente.

Pero continuó todo en movimiento

Cínicamente comenzó a girar

Y empezamos a habitar la pérdida.

Cada cuál en lo suyo

Asumiendo su locura.

Y de allá viene tu agujero

Tu nombre empolvado

Tu corona.

Cómo puedo hacer para aliviarnos.

¿Cómo puedo hacer para enterrar a un muerto?

martes, 3 de enero de 2012

I.
Esta soy yo en el año 2012.

II.
Este año hay un animal nuevo en el bosque. Un animal que es mapache y que come de las piñas que los árboles arrojan en las madrugadas. Son hojas de tiempo. Cortezas de pasado. Amanecen temblando de frío sobre las piedras y azulejos del patio.

III.
No sabías de mí porque los mapaches tienden a esconderse bajo un sombrero que los protege de los problemas y del clima. Tienen ojos muy grandes para percibir el ambiente de los otros y una cola muy larga que les da impulso y fuerza.

IV.
Por eso no me conocías. Y me preguntabas qué era aquello que escondía bajo el silencio. Respondí con un color de nada.

V.
Dices que me entiendes. Pero lo dudo, nadie te enseñó a leer después de los puntos.