miércoles, 7 de agosto de 2013

Escribir



Salvar el día. Rescatarlo de que se enrede en esos hilos que tienden los abismos. Con esas puertas diminutas que llevan a otras más pequeñas en donde ya nada se encuentra. Escribir para salvar el día, para que la sucesión de palabras le dé sentido a la mañana, al miedo de no escribir detrás de la ventana que mira al bosque y a sus sombras.

Horas largas entre las hojas.

Callar no es lo mismo que el silencio. Entre mi boca cerrada y el espacio hay un grito de por medio, una llama. Algo que se calcina a nuestra vista, algo que se revienta y pide ser nombrado.

Escribir.



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