jueves, 17 de mayo de 2012

Sobre los temperamentos de nieve



- The result of fearless is protection

Ella lo dijo, hay quien nace con temperamento agresivo. Quizás eso puede ser afortunado en el comienzo, cuando tocas por primera vez el mundo y la respiración se atraganta porque tienes esa extraña sensación de que pudieras comerte al mundo de un bocado. Los pulmones se hinchan fuertes y desesperados por correr a oler la nieve, no hay tiempo suficiente para aprehender todo aquello que se ve, borroso apenas.
Pero luego vienen los fantasmas –siempre llegan–, y traen su estela gris que lo envenena todo y entonces la medianoche en que naciste te devuelve la oscuridad de la cual venías y a la cual ya estás acostumbrado. Tu temperamento se potencia, se vuelve loco, asesino, y por eso, te guardas a ti mismo en una jaula para no molestar a las visitas, no vaya a ser que le sueltes la mordida al amigo nuevo de papá. Y así pasan los años y te debates en la poética de la muerte, en la respiración artificial de un inhalador, abriendo a veces, la pequeña compuerta de la ira, y a veces cerrándola para mostrar buenos modales.
Pero ese soplo primigenio de vida te reclama y te recuerda que aun te quedan por oler muchas costuras del mundo. Las maletas han quedado empolvadas desde el último vuelo a la luna.
Para florecer en la tormenta, hay que abrir el dolor de una vez y para siempre.

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Buzón