miércoles, 13 de abril de 2011





No es precisamente aquí donde la vida se coló en la maceta. No es precisamente este lugar en el que crece el maíz justamente, donde a los lugares sagrados se les tiene respeto porque su valor es mucho más profundo que el interior de una mina. Este lugar está plagado de muerte. Este lugar está gritando con las voces de sus desaparecidos, pero nadie los escucha. Hace mucho que dejó de verse y de hacerse justicia, de qué otro modo se explica el destierro de comunidades enteras y su refugio en cuevas porque el poder con armas ha tomado sus sitios, sus hogares, sus raíces. Hace mucho que en este rincón del mundo se perdió la cordura, vivimos en la risa de unos pocos para los que la vida es desechable, al igual que el arraigo, el origen y el amor. Un pájaro negro volando sobre un cielo anochecido, una escopeta blandiendo el silencio, un futuro desesperanzado y cansado de esconderse en el miedo. El encierro producto del terror, un estado de sitio, una condena oculta, una infinita impotencia por querer salvar esta tierra, ese cerro del Quemado, esas ciudades del norte y de la costa, este país que no merece ir muriendo con nosotros de uno en uno en fosas que nadie supo quién cavó. No es precisamente aquí donde crece la vida, pero aun así se aferra, como una flor que persiste y busca su salida entre las piedras.

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Buzón