sábado, 19 de febrero de 2011

"Hijo de hombre", Roa Bastos

Viejo vicio, este de la escritura. Círculo vicioso que se vuelve virtuoso cuando se cierra hacia afuera. Una manera de huir del no-lugar hacia el espacio estable de los signos; una manera de buscar el lugar que se llevó nuestro lugar a otro lugar. ¿Y no es éste acaso el verdadero sentido de lo utópico? La utopía del Hijo Pródigo regresando al hogar que ya no existe; la de los desterrados, exiliados y confinados que ansían volver al sitio de donde fueron arrancados y saben que aunque retornen a ese lugar ya no será jamás el suyo. El hombre mismo es, pues, la utopía perfecta. Para escapar de ella se hacen viajes, está uno siempre yéndose hacia cualquier parte, huyendo hacia atrás o hacia adelante, cada vez más lejos.




Exiliado por orden del dictador Stroessner, Augusto Roa Bastos camina hacia el puesto fronterizo de Clorinda el 1 de mayo de 1982

4 comentarios:

  1. Ili:
    No había descubierto la nieve que cuentas. Estar aquí, próximo al otro, aunque vayas o vuelvas o pase lo que pase.
    Te mando un abrazo fuerte.
    Lu =)!

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  2. Río,
    como si no me mojase

    Río,
    como el primer día

    Arrugando mi carita
    contra tu vientre
    de Río.

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  3. Lu linda:
    Gracias por descubrir estos parajes.
    Te recuerdo en el sur siempre sonriente e igual de cercana.
    ¡Yo te mando otro abrazo!
    ili

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  4. Facu:
    Río siempre desde el cuerpo acuoso de tus palabras. Río de la realidad tan seria que se va llevando todo al exilio y al mar. Río.

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Buzón