El día del pan, Sergei Dvortsevoy
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Observar la vida detrás de una
lente, no intervenir. Mirarla transcurrir a través de un espacio que adquiere
significación a través del tiempo, cuadro por cuadro: la construcción de una
historia manipulada en el ojo del realizador.
El sujeto, allá, el retratado, carga
el peso de la realidad en la mesa de la cocina, en el jitomate que corta, en la
lata que no puede abrir con sus manos ajadas. A la mujer no se le olvidará su
vida por más que la película se borre.
*
Dice Tarkovski: “El hombre está
dotado de una memoria que siembra en él la insatisfacción. La memoria nos hace
vulnerables y nos deja expuestos al dolor.”
En ella la memoria es una cinta que
se repite una y otra vez hasta en el sueño. Nosotros somos la cámara que graba
las imágenes que la torturan.
*
La mujer, cuando habla, lo hace
desde el pasado. Sus acciones son presentes, sus manos moldean la masa de maíz,
pero de su boca el material que sale es el recuerdo.
“En un sentido, el pasado es más
real, por lo menos más estable, más resistente que el presente. El presente
adquiere únicamente peso material a través del recuerdo.”
*
El documental se vuelve una cuestión
moral, hasta qué punto el realizador debe mantenerse al margen de sus
personajes, dejar que el pasado camine por el cuadro sin intervenir. Por esta
misma razón Sergei Dvortsevoy dio un paso hacia la ficción:
“Yo amo la realidad, pero para mí es
muy doloroso hacer documentales”.
*
Quizás la respuesta está en la
función del arte de Tarkovski, lograr el vínculo entre la obra y el espectador,
y que éste experimente un golpe purificador y sublime, ese momento en el que
nos reconocemos y nos descubrimos: la mujer, su familia, la comunidad,
nosotros, ellos:
“¿Y qué son los momentos de
iluminación sino la verdad percibida momentáneamente?”
.
Recuerdo que alguna vez alguien nos aconsejó que jamás escribiéramos utilizando el tiempo presente: es verdad, todo alcanza su plena realidad, su consistencia, sólo en el pasado :)
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