viernes, 30 de diciembre de 2011
miércoles, 28 de diciembre de 2011
El año de los ríos
Voy a dejar migajas de la mesa a mi cama para que me encuentres si me buscas… Te estaré esperando con canciones que grabé en el agua.
Tarde o temprano escucharás, y volverás a ese año que he nombrado como “el año de los ríos”, porque pasamos los días muy cerca del agua, casi como peces.
Si te pierdes, cierra los ojos y escucha.
Nunca estamos demasiado lejos.
viernes, 4 de noviembre de 2011
jueves, 6 de octubre de 2011
Somos nómadas
Somos nómadas. Tú y yo. Nuestra casa ha sido siempre el camino. Ambos nacimos en una transición, ninguna de nuestras ciudades fue siempre nuestra. Recuerda, Pierrot, los caminos son sabios. En ellos transitamos dejando ofrendas a la muerte que abre nuevos riscos frente a nosotros. Somos sabios y viejos en el universo. El aire nos levanta y nos vuelve de plumas como las garzas que no pisan dos veces la misma arena.
(Video hecho por mis amigos de Nomadelia)
jueves, 15 de septiembre de 2011
Pregunta más allá
¿Por qué pregunto dónde estás,
si no estoy ciego.
si tú no estás ausente?
Si te veo
ir y venir,
a ti, a tu cuerpo alto
que se termina en voz,
como en humo la llama,
en el aire, impalpable.
Y te pregunto, sí,
y te pregunto de qué eres,
de quién;
y abres los brazos
y me enseñas
la alta imagen de ti
y me dices que mía.
Y te pregunto, siempre.
(Pedro Salinas)
viernes, 26 de agosto de 2011
Mundos de ciencia ficción
lunes, 25 de julio de 2011
A Francisco
Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.
Leopoldo María Panero
"Last night together" 1980
jueves, 21 de julio de 2011
Lúgubre
Quise saber qué sucedió ese día de agosto
-Que aun no sé si era el dos o el tres-
Pero sé que fue en los primeros días,
De ese mes que siempre huele a muerte.
Sería fácil preguntar la fecha
Volver concretas esas horas y el misterio
Arrebatarle la magia fascinante a la guadaña
Que sesga la memoria y los recuerdos.
Pero no quiero preguntar.
Es imprudente remover el agua,
Una falta de respeto convertir en realidad
Aquella muerte idealizada.
Es así que ese día es bruma en los ojos del tiempo,
Como si no recordando pudiéramos fingir que no pasó.
Un secreto a voces que musita desde el alma,
Que levanta marejadas con cada luna llena.
Es mi madre la que de a ratos debe soportar mis dudas,
Como ayer que quise saber qué sucedió ese día de agosto,
Pero ella tampoco lo recuerda.
Abuela, hermana, madre, ninguna sabe qué pasó.
En el fondo de su memoria vuelve una imagen:
Un féretro pequeño en un panteón
Dos niñas pequeñas envueltas en vestidos blancos
Mudas, curiosas, ante un cajón que no se decidía dejar abierto.
Pero nadie más tiene ese recuerdo,
Pudo bien haber pasado o ser criatura del imaginario de mi madre
Una búsqueda por llenar la memoria ante el vacío
Mejor almidonar la escena, reconstruir el teatro de la vida.
Ha dicho que seguirá indagando,
Pero yo sé bien que no lo hará, y si lo hiciera,
dialogaría con otras mentes en blanco,
enojadas por haber desatado a los lobos en la noche.
Yo le digo que sí, que investigue.
Pero yo misma sé, muy en el fondo de mi búsqueda,
Que prefiero no tentar a los fantasmas,
Que prefiero no llamar a la muerte por su nombre.
lunes, 18 de julio de 2011
De la mañana se cuela un hilo de viento sur por la rendija de la puerta.
Es domingo y todo, salvo los peces del río, se mantiene latente,
un equilibrio frágil de los cuerpos que saben, que al moverse,
perderán el calor de las sábanas y serán arrojados al invierno.
Todo busca permanecer, sin cambio y agitación, a través de los años,
uno no se da cuenta que en el intento por perdurar,
un beso se diseca como el polvo de los huesos,
y el cuerpo comienza a morir por falta de fe.
Si la puerta no se abre las paredes se humedecen y la ropa tiene ese sabor a viejo,
a ropero cerrado, a viento estacionado.
Hace falta que el sur entre por la puerta a crear estalacmitas,
a formar laberintos de hielo,
a traer la muerte,
a disolver el miedo.
jueves, 26 de mayo de 2011
miércoles, 18 de mayo de 2011
Cambios
Estos días ha vuelto la nostalgia, esa que se asomaba en los días de lluvia cuando me quedaba dormida viendo como resbalaban las gotas por la ventana. Esos días que presagiaban una partida hacia alguna parte. Un destierro. Una despedida. Una muerte. Un bardo entre un lugar y otro, como estar en medio del océano en un día sin mucho viento que no lleva hacia ninguna parte. Un paréntesis silencioso entre tierra y tierra.
Estos días tendré que comenzar a desempolvar todo, no son muchos años acumulados en esta pequeña casa que hoy habito, pero soy muy dada a los apegos. Quiero ese pequeño rincón con esa planta que conservo desde los 15 años y a la cuál nombre Cosme. Quiero esa cocina en la que aprendí a hacer mermelada y en la que cocinamos pizzas para tantos amigos. Quiero ese cojín de barcos que hizo una amiga con sus propias manos. Quiero este rincón en el que escribo con esas polaroid en la pared, esas postales, esa hada que me siguió desde la Patagonia y un dibujo de nieve.
Me asustan los movimientos, observo con recelo los cambios, no vaya ser que alguien mueva demasiado los objetos y ya no reconozca dónde está mi hogar. Hoy suena a que no se encuentra en ninguna parte, que ha dejado de ser el jardín de casa de mis padres y que tampoco es esta pequeña casa con su piso de madera. Soy un montón de recuerdos, cajas y objetos que se han olvidado entre una mudanza y otra, como pequeñas piezas de mí que van quedando rezagadas.
Hoy empieza la mudanza y habré de cambiar de una estación a otra, pasar de la primavera al invierno, saltándome el verano y el otoño para llegar a un invierno en un país quizás demasiado lejano y a la vez presente todo el tiempo. Llegaré al frío húmedo de esas tierras e intentaré colarme con el viento, tratando de hacer mío un espacio al que quizás pueda llamar “casa”, aunque sólo dure un momento.
lunes, 2 de mayo de 2011
Dejad que los buitres se acerquen a mí
Dejad que los buitres se acerquen a mí
Que con sus bocas feroces traspasen lo poco que de mí queda
Esta muerta mía (última sobreviviente)
comprende que nació para alimentar a los lobos en noches silentes de hambruna
que su vida fue un pretexto absurdo de entregar la piel
para que otros la habitaran
incluso, la muerte,
que se disfrazó en su cuerpo y vio a través de los ojos de la vida
lo que significa la ausencia
lo que significa la niebla
lo que significa el miedo cuando los buitres han visto sus piernas
y comienzan a volar en círculos formando halos temibles
como coronas de espinas en el cielo
esperando
esperando
esperando
el primer error
el primer deseo de matar
el primer asesinato
la primera culpa
la primera de mis muertes
Alas negras, perversas
Plumas negras, bellísimas
Comiendo lo último de mí
Los despojos del sueño los gusanos de la carne
La muerte la no vida
Alguna vez renaceré y la muerte ya no me habitará dentro
Alguna vez volveré a ser.
miércoles, 20 de abril de 2011
Viajes portátiles
miércoles, 13 de abril de 2011
sábado, 19 de febrero de 2011
"Hijo de hombre", Roa Bastos
domingo, 6 de febrero de 2011
Tres momentos sobre la cuerda floja
miércoles, 2 de febrero de 2011
Lecciones de piano
martes, 25 de enero de 2011
Reconstrucción
jueves, 20 de enero de 2011
Tú no me has dado nombre de pájaro
Tú no me has dado nombre de pájaro, quizás nunca me viste volando.
Más bien tocaste mi cuerpo y sentiste la tierra en mis piernas.
Entre tus dedos se coló mi locura, pero la advertiste terrestre y
volteaste hacia el cielo en busca de tu garza mora inexistente.
Tú no me diste nombre de pájaro y entre nosotros batió sus alas la distancia.
Entre una naturaleza y otra nos volvimos polvo, fragmentos de nosotros mismos
que intentamos soplar al mismo lado, pero polvo al fin, y muerte en la tierra.
Tú no me diste nombre de pájaro, pero mientras dormías mis plumas
se mojaban en la luna dejando ser en el silencio aquella que en un amanecer es ave.
Tú no me diste nombre de pájaro.
Tú no supiste mi nombre, nunca.
jueves, 13 de enero de 2011
Estamos de fiesta
miércoles, 12 de enero de 2011
domingo, 9 de enero de 2011
Domingo
(Foto de Facundo Torrieri)
miércoles, 5 de enero de 2011
Pierrot, mon fou.
martes, 4 de enero de 2011
"Voyereando"
(Foto de Facundo Torrieri)
Simone Alalúz.
lunes, 3 de enero de 2011
Tempo
Según Wikipedia: tempo (en plural, tempi), movimiento o aire es la velocidad con que debe ejecutarse una pieza de música.
Encontrar el tempo, la rítmica propia de la respiración. La cadencia para ordenar el sueño, el contrapunto para meter la locura en un puré de papa. El ritmo propio para zapatear sobre el techo del vecino, para llorar ahogando en la almohada un dolor de muelas; el silencio para mirar el techo y pensar en la muerte o el año que empieza, el ritmo propio para no hacer nada, para simplemente estar, sin resistencias.
Encontrar el tempo, y volverse uno con él, bailando.
domingo, 2 de enero de 2011
Once copos
Recuerdo lo negro, la oscuridad, el desprendimiento y el frío.
Recuerdo la ventana y los copos blancos cayendo, primero suavemente,
después, con más furia y violencia.
Era un día de enero,
era una tormenta de nieve.
Balanceándome en esa gravitación de agua congelada, nací, en una ciudad llamada Salt Lake City, ciudad del gran lago salado. Un lago de sal, un nacimiento no esperado en un lugar lejano, casi un destierro.
Digo mi nacimiento porque creo que el lugar y sus condiciones, marcan indefectiblemente la vida de las personas, el curso que la tinta seguirá en el papel. Y digo mi lugar de nacimiento como daría vida a un personaje, eligiendo su origen y destino para que los que encuentren interesante leer estos pasajes, tengan la referencia blanca y violenta de mi origen.
No sé qué escribir, ni por qué a alguien le tendría que interesar leerme. Simplemente escribo, como muchos han dicho, por el simple hecho de que no puedo no hacerlo. Porque desde mi rareza de sal, crecí como la isla de un país, cuyo barco a tierra eran el drama y la poesía.
Eso, no más. Simplemente creo que cada uno tiene una naturaleza; la mía es quizás un silencio cabreado y el exilio. Yo le echo la culpa a la nieve, y a esa tormenta de media noche que eclipso mi grito primero.
Pero ese fue sólo el principio...